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[Cine]

352 Pág.

 

En la década que transcurrió desde la primera edición de este libro, Tim Burton pasó de ser un director visionario que convertía todo lo que tocaba en oro a una marca registrada. El término “burtoniano” ahora se le atribuye a aquellos cineastas cuyas obras son oscuras, vanguardistas o raras, o una combinación de estas características. Es una transformación que ha tenido sus ventajas –una influencia en Hollywood, por ejemplo–, pero también una serie única de dificultades, en particular las expectativas que tanto los estudios como el público depositan en él y sus producciones. Burton sigue siendo un realizador cuyo modus operandi se basa enteramente en sus sentimientos más íntimos. Para que se comprometa con un proyecto, es necesario que sienta una conexión emocional con los personajes, ya sean creaciones originales –el inocente con dedos de navaja de El joven manos de tijera–, adaptaciones de cómics –el justiciero enmascarado de Batman– o gente de la vida real –el director delirante de Ed Wood–, conexiones que, como él mismo sería el primero en reconocer, a veces no resultan nada obvias. El joven manos de tijera, por ejemplo, comenzó como un grito desde el fondo de su corazón, un dibujo hecho en la adolescencia que expresaba el tormento interior que sentía al no ser capaz de comunicarse con quienes lo rodeaban, en especial su familia. Un gran número de sus películas reflexionan sobre su infancia en los suburbios.

Mark Salisbury

 

Edita El cuenco de plata

Burton por Burton - Tim Burton

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